Descubre Fez


Fez, ciudad histórica, crisol de culturas, laberinto de leyendas, mosaico de artesanía, cielo añil y tarde rosa, y flotando en el aire, las notas del canto del Muecín. Llamando desde alguna de sus cientos de mezquitas a la oración.

Pocas ciudades quedan en el mundo que conserven un carácter tan medieval como Fez. Visitar Fez es como viajar en el tiempo, como abrir una puerta y entrar al decorado de un cuento oriental.

Fez sigue siendo una de las ciudades imperiales, de hecho, la primera, ya que su fundación data del siglo IX, y símbolo de esta capitalidad, es su maravilloso palacio Real, Dar el Makhzen, que desde el siglo XIV acoge a la familia real Alaouí, descendientes del profeta y monarcas de Marruecos. Las majestuosas puertas de bronce, el preciosismo de sus azulejos en tonos verde y azul, las murallas y la filigrana de sus yeserías, no dejan inmune a ningún visitante, haciéndonos soñar con lo que no podemos ver, imaginando salas suntuosas, jardines del Edén, fuentes de mármol salpicadas de pétalos de rosa, muebles de palo santo, caoba y cedro, y joyas de marfil, malaquita, oro y piedras preciosas.

Los turistas y extranjeros se entremezclan en sus callejuelas y adarves, y no dejan de sorprenderse por la riqueza infinita que en cada rincón de la medina encuentran, por la idiosincrasia propia de estas amables gentes, por la mezcla de olores y colores que definen Fez como esa ciudad de las mil y una noches que evoca nuestra memoria.

Cercano al Palacio se sitúa el barrio judío, el conocido Mellah (esta palabra significa sal, que antiguamente se usaba como medio de pago, de ahí el origen de la palabra salario, ya que probablemente, eran los judíos los que tuvieran el monopolio de este apreciado condimento). Muchos de los habitantes originales de este barrio, fueron los judíos sefardíes, que huyeron de España tras el edicto de expulsión de los Reyes Católicos, y que tuvieron que organizar la diáspora hacia Portugal y Marruecos, dejando su impronta y tradiciones para siempre en los anales de algunas ciudades como Fez, Rabat, Tánger, etc.

Sin embargo, si hay un elemento que define a Fez, es su medina, en la parte que conocemos como Fez el Bali. Patrimonio de la Humanidad desde 1981, es la medina más grande del mundo. En ella encontramos joyas arquitectónicas, como pueden ser la Mezquita de los Andaluces o la Mezquita Qaraouiyin, del siglo IX, la Medersa Bou Inania y Attarine, las puertas de Bab Boujloud, o las plazas Nejjarine y Seffarine. Pero si hay algo que sorprende en la medina de Fez es su inagotable muestra de oficios diversos, muchos de ellos ya perdidos en el mundo occidental. En la medina de Fez encontraremos forjadores, alfareros, herreros, tintoreros, curtidores, sastres, hilanderos, carboneros, panaderos, cada uno en su barrio y en un lugar definido de la medina, ya que esta se organiza por gremios, igual que en la Edad Media. No podemos olvidar su típico medio de transporte en la medina, los burros, que cargados de mercancías varias entran y salen de la medina al grito de “Balak”, que significa cuidado, y que nos impele a pegarnos a la pared para no ser arrollados en la estrechez de sus sinuosas callejuelas.