Viajar a Marruecos


Viajar a  Marruecos no es hacer
turismo, no es coleccionar paisajes arte o gastronomía, no es conseguir un sello más en el pasaporte.
Viajar a Marruecos es una explosión de los cinco sentidos, la vista, el oí­do, el olfato , el gusto y el tacto todos a la vez en una tensión gozosa e inolvidable.
La vista nos permitirá guardar en nuestra memoria playas vírgenes, ciudades de leyenda, montañas majestuosas y rincones mágicos. El oído nos deleitará con su música, sus muecines llamando a la oración, su ruido y su silencio. El gusto, el gusto… La cocina marroquí nos introduce en dos paraísos del paladar, por un lado, la recuperación de sabores perdidos en el camino de la agricultura transgénica y por otro, el descubrimiento de sabores nuevos. Déjate enamorar por las masas transparentes y quebradizas, la miel, las almendras, las mil y una especias, el cordero o un sorbete de pétalos de rosa.

El olfato nos hará disfrutar de la hierbabuena, la dama de noche, el limón, el cuero, la canela, el ajonjolí, el cuero, los tintes de tejidos o el desconcierto nasal de infinitos matices del bazar. El tacto nos va a conducir a la caricia de sedas, alfombras, piel, joyas, cerámica, mimbre, cristal, madera o piedra. La religión que no permite imágenes muestra su esplendor en el encaje de su piedra. Por último, el sexto sentido, el de la intuición, nos dirá con toda seguridad que hemos encontrado nuestro lugar en el mundo.