El Ramadán

Acaba de comenzar el mes de abstinencia de los musulmanes, me atrevería decir que el seguimiento es total. Lo primero que veo cuando salgo a la calle, por la mañana para llevar a la niña al colegio, es que la cafetería que suele estar atiborrada de gente a esa hora ¡Está cerrada a cal y canto! Pero no sólo esa, sino todas las cafeterías hacen lo mismo, se nota en el ambiente nada más salir a la calle que algo ha cambiado.

Coincidencia: El primer día de ramadán cae en viernes, y la mezquita se pone a rebosar de gente en la oración del mediodía. Mis amigos marroquíes me comentan que el ramadán es un mes sagrado y que en ese mes es cuando más se perdona y comparte con el prójimo.

A las seis y media de la tarde todo el mundo se va a sus casas a celebrar que rompen el ayuno, las calles se quedan vacías, como se quedan a las diez de la noche en Nochebuena, todo se paraliza.

El tráfico de la calle es casi inexistente, todos están en sus casas rompiendo el ayuno. A esa hora no queda gente buena por la calle, es mejor quedarse en casa, no obstante, se ven guiris paseando solos por las calles como si ese momento fuera con ellos.