Buscando piso en Tánger

17-6-2007

Llegamos a Tánger por la noche y nos fuimos a cenar a la Casa de España. Allí, más tarde, Abdelaziz vino a decirme que ya estaba solicitado el nombre de Descubre Marruecos y de camino a presentarme a un amigo suyo, Said, que tiene una agencia de viajes. Atendí a su amigo y le expliqué que ya trabajaba con un agente local y que no tenía planes de cambios. No obstante, Said insistió en que él era mejor y le tuve que explicar que en cualquier caso, lo más que estaba dispuesto a hacer era ir por libre. Parece que al final lo entendió. Quedé con Aziz para ver pisos por la mañana, pues ese era otro de los objetivos de este viaje.

18 junio

Fuimos a la oficina de Aziz, y me dijo que ya estaba solicitado el nombre Descubre Marruecos. También me habló de apartamentos en alquiler a precios asequibles. Pero no parecía tener mucha prisa por enseñarlos. Mi hija, que venía conmigo, empezaba a aburrirse y le pregunté a Aziz si no le importaba que la llevásemos a su casa con su mujer y sus hijos. Aziz dijo que encantado y eso hicimos. Por lo menos, Bertita jugaría con otros niños esa mañana, mientras que yo me dedicaba a enredar, que es lo mío.

Regresamos de nuevo a la oficina de Aziz, y parecía no tener prisa por enseñarme ningún piso. Me dijo que esperásemos una hora a que alguien le trajera unas llaves. Sentía como estaba perdiendo el tiempo y, como no aguantaba más, le dije que me iba por mi cuenta y que volvería en una hora.

Buscaba un piso que reuniera las siguientes características: cobertura de Movistar, a cinco minutos andando del colegio Ramón y Cajal, tres dormitorios y dos baños. Ah, se me olvidaba, que no costara más de 4.000 Dh al mes. Según veía más pisos, me daba cuenta de lo difícil que era encontrar lo que quería. Todo lo que había visto que reunía las condiciones costaba más de 8.000 Dh, por lo que me asustaba pensar en la idea de pagar esa barbaridad.

No tuve éxito y volví a la oficina de Aziz con la moral más bien baja. Aziz tampoco tenía llaves de ningún apartamento, pero me dijo que las tendría para el día siguiente. No obstante, me hizo ver que en la zona de Marchan había cobertura de todos los operadores españoles, incluso de los de Gibraltar. Pensaba que tampoco era tan grave no tener cobertura en el piso que alquilara, y que me podía ir todos los días a Marchan a hablar por teléfono. Por un momento llegué a pensar que si quería pagar un alquiler de 4.000 Dh. Quizá la mejor solución era esa que me planteaba Aziz. Volvimos a su casa a recoger a mi hija, y me la llevé al cumpleaños de un amiguito del colegio que, según ella, vive en un palacio.

Efectivamente, Ismael vivía en un palacio, o por lo menos en una casa enorme con piscinas, jardines, criados… en fin, lo que cualquier mortal desearía tener como casa. Llegamos los primeros a la fiesta de cumpleaños, y Bertita se acopló perfectamente a jugar con su traje de Cenicienta, pues era una fiesta de disfraces. Poco a poco empezaron a llegar niños con sus padres. En total, había 75 invitados. Os podéis imaginar la que allí se armó.

Con tanta gente, tuve oportunidad de conocer a gran parte de los españoles que viven en Tánger, y mi hija tuvo la oportunidad de conocer a muchos de los que serían sus futuros compañeros de colegio.

Había una sensación extraña en el ambiente. Conocí a muchos profesores que estaban melancólicos porque se marchaban de Tánger, y todos coincidían en que allí se vive muy bien, dentro de unas limitaciones. El jefe de estudios, Santiago, me dijo que lo difícil era que mi hija hubiese sido admitida, que lo de encontrar piso era algo secundario.

Todos coincidían en que me fuera cerca del colegio, que si no lo hacía ahora, lo acabaría haciendo más adelante, y que no tenía sentido hacer más mudanzas de la cuenta.

También me dijeron que era de locos tener que ir a Marchan a hablar por teléfono, que lo de la cobertura era primordial si quería estar en contacto con el mundo.

Respecto a la cobertura, me indicaron que lo suyo era tener dos compañías, Amena y Movistar, una para cuando sopla levante y la otra para cuando sopla poniente. Curioso, pero así es.

Me hablaron de varios maestros que se iban ahora en julio y, en especial, me hablaron del piso de Luz, que según varias opiniones estaba muy bien y tenía cobertura.

Al caer la tarde, comenzaron todos a irse. Le pregunté a Emilio que si no le importaba que me volviera

19 junio

He ido al colegio Ramón y Cajal de Tánger y he conocido a Luz, la profesora que se va a ir este verano. Ha vivido 6 años aquí y le ha llegado la hora de trasladarse a Madrid, donde se ha comprado un ático. El máximo de tiempo que permite el ministerio a un profesor ejercer la docencia en un mismo destino en el extranjero es de 6 años.

Luz parecía encantada de volver a España. Nos contó que ansiaba el anonimato, porque aquí en Tánger no lo tiene. Al ser profesora, se conocen todos sus movimientos y estaba ya un poco harta de sentirse tan vigilada.

Luz decía que lo del paseo por las noches era de locos, porque cada vez hay más gente y que no se puede ni andar por las calles.

En Marruecos, al caer la noche, las calles y avenidas principales se inundan de gente que sale a pasear. No hay muchas más cosas que hacer y es increíble observar a esa multitud que diariamente sale entre las ocho y las diez de la noche a pasear y a comer cacahuetes y tomar té.

Otra cosa que no le gustaba a Luz era que las mujeres no pintan nada aquí. No se les echa cuenta, su opinión no importa, y si reciben amigos en casa o andan solas por la noche, se les consideran prostitutas. Tampoco está bien visto que se sienten en una terraza a tomar té.

Dice que existe una doble moral donde todo está permitido, pero al parecer, por un lado, son todos muy conservadores y recatados, y a la vez está permitida la inmoralidad y el desmadre. Transmitía que la vida era un poco más difícil para las mujeres que viven solas en Marruecos, sin embargo, decía que los hombres estábamos estupendamente y que no teníamos problemas.

Fuimos a su piso y nos presentó a su casero Aniss, que estaba en el portal. Le explicó a Aniss que queríamos alquilar y que si nos respetaba los precios. El casero dijo que encantado y que él siempre tiene un precio especial para los profesores del colegio.

Nos explicó que su piso estaba bien. Que el único problema que tenía era el ruido del aire de un túnel de lavabo que había abajo y que era un psss desconcertante. Por lo demás, estaba bien, tenía cobertura de Amena, una cocina con una mesa como para seis comensales, dos dormitorios, un hueco en el pasillo donde se podía instalar mi oficina, un aseo, un baño, dos terrazas, una de ellas con cobertura total y un precio que después de todo lo que llevábamos visto no se podía mejorar. Además, tenía garaje y dos guardas, uno de día y otro de noche.

Sobre la marcha decidimos que aquel sería nuestro piso para los primeros años de existencia en Tánger.

Luz fue muy amable y atenta, nos invitó a unas cañas en su casa mientras nos contaba dónde se hacía la compra y lo barata que era la vida allí. Fátima, su asistenta, le dio de comer a nuestra hija, que por cierto se quejaba de que la apretaban mucho con tantos besos y abrazos. Le preguntamos a Fátima si quería continuar con nosotros y nos dijo que encantada.

Luz reflexionó: Hay que ver cómo le cambia la vida a la gente en un segundo. Esta mañana pensaba que se quedaba en paro y ahora tiene trabajo con vosotros. Estará Fátima loca de contenta.

Bajamos para concretar detalles con Aniss, pero no estaba. Le dejamos nuestro móvil para que nos llamara y quedamos al día siguiente con él. No firmamos ningún contrato, pero de palabra quedó todo muy claro. Le di una fotocopia de mi pasaporte y quedamos en que firmaremos el contrato el próximo cuatro de julio.

Bueno parece que ya tenemos piso.