La primera semana de julio, acudà a un foro de inversiones y cooperación empresarial hispano marroquà oganizado por el Instituto de Comercio Exterior.
En dicho foro, organizado por el ICEX, se trataron temas muy interesantes y acudieron más de 40 empresarios con la idea de establecer negocios en el norte de Africa, ya que objetivamente los costes laborales son inferiores a los de España y el gobierno marroquà ofrece una serie de ventajas fiscales a las nuevas empresas que se establecen en la zona.
Tras acabar el foro me quedé un par de dÃas para formalizar el contrato de alquiler del piso que habÃamos pactado semanas antes. Para mi esto era muy importante por que hasta que no tuviera un papel firmado no podÃa creerme que tenÃa piso.
Quedé a las 5 de la tarde con el administrador, como no llegaba le pregunté al portero si sabÃa algo de él. El portero se hacÃa el loco… Lo llamé varias veces al móvil sin éxito.
Mientras tanto mi mujer negociaba con Luz comprarle la cocina e incluso una camilla que la profesora no se querÃa llevar a España. Le dije a Berta que era absurdo cerrar esos tratos mientras no tuviéramos garantÃas de tener el piso alquilado y esa garantÃa se llamaba un contrato firmado. Luz decÃa que no me preocupara que el arrendador era muy buena gente y que el piso era nuestro sin nigún tipo de dudas.
Parece como si los españoles, tras varios años viviendo en Marruecos, se contagian de esa especie de optimismo natural que tienen los marroquÃes de decir «No pasa nada, no hay problema…» Cada vez que escucho esta frase, ya familiar, al final me pasa algo no deseado. Pero no importa por que el ritmo allà es como es y no soy yo nadie como para cambiar ese optimismo con el que todos te dicen no te preocupes….
A las 7 de la tarde conseguà hablar con el casero, que llegó y pidió disculpas, pero sin darle mucha importancia al retraso de dos horas. Le dije que lo habÃa llamado al movil muchas veces sin éxito y me respondió que lo tenÃa en carga.Me dió el contrato para que lo leyera, como estaba en francés se lo di a Berta para que lo leyera ella y cual no fue nuestra sorpresa cuando detectamos que todos los precios habÃan subido con respecto a lo que habÃamos hablado.Le pedimos explicaciones y nos dijo que nos habÃa mantenido el precio de hace seis años, que él no era el dueño sino su padre que no le permitÃa mantener el precio durante seis años, pero a base de negociar conseguimos sacar una rebaja de la mitad de la subida. el arrendador nos pidió que no le dijésemos a nadie lo que nos costaba y asà lo haremos.